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jueves, 24 de marzo de 2011

Relato de Victor, nuestro pequeño gran luchador etíope

Hoy nos llega otro precioso relato, esta vez desde Etiopía. Sabemos lo mucho que os gusta leer las experiencias de otras familias y lo mucho que ayuda a tomar decisiones (da igual si es para seguir adelante, como para descubrir que no estamos preparados...). Nuestro pequeño Victor es un luchador de chocolate y menta.

Gracias a todas las familias que nos hacéis entrega de vuestra historia y con ella, un trocito de vuestro corazón.

Cuando decidimos dar el paso de nuestra tercera maternidad/paternidad (la primera adoptiva) y empezamos a informarnos lo primero que nos llamó la atención era la gran cantidad de niños que con patologías y problemas habituales estaban fuera de las listas de adopción ordinaria. ¿Qué familia biológica está a salvo de un hijo prematuro? ¿O de un hijo con labio leporino? ¿O que nazca con un problema visual o seis dedos en sus manos?
 Nos sorprendió porque nuestro primer hijo nació con un "problemilla" que le hizo pasar por quirófano con 19 meses y le obligó a realizar logopedia durante dos años. Nunca nadie nos preguntó si estaríamos preparados para algo así, nos hubiera ofendido que lo hicieran, ¿cómo no íbamos a estarlo? Nuestro hijo nos necesitaba al 100% luchando a su lado y no iba a tener menos.

Comenzamos este camino totalmente convencidos de que sería un camino verde y después de algunas dudas decidimos dirigirnos rumbo al sur, a Etiopía. Algo mas de medio año mas tarde nos llegó el diagnóstico del que sería nuestro hijo, desnutrición severa, 1.900 grs. con dos meses de edad, bronconeumonía y problemillas varios. En una capital donde la luz eléctrica cuando la hay es un lujo y del agua ni hablamos. Sabíamos que la situación de un bebé que probablemente había nacido prematuro se podía torcer y no llegar a tiempo a buscarle, pero él, es un luchador, un niño muy fuerte y fue mejorando poquito a poquito.

Cuatro meses mas tarde llegamos a buscarle ya superados todos los trámites legales y allí estaba increíblemente pequeño y como si en vez de 10 meses tuviera apenas 3.

Al llegar a España fuimos descubriendo todas las secuelas que sus especiales circunstancias habían dejado en él, y aprendimos que la peor de las secuelas es el estado de abandono, desatención y falta de cariño que había sufrido.

De eso hace ya 9 meses, aquel trocito de carne que no seguía ni los objetos con la mirada hoy camina, señala e intenta hablar e imitar todas las palabras que oye. Pero lo más grande es que aquel pequeño que no sabía reírse a carcajadas hoy en día lo hace continuamente desde que se levanta hasta que se acuesta.

Sabemos que seguirá luchando y avanzando como lo ha hecho toda su vida desde su primer aliento, pero también sabemos que ahora tiene unos padres, hermanos, abuelos y tíos que le acompañan le apoyan y se sienten tremendamente orgullosos de cada uno de sus pasos

Nuestros hijos son nuestra felicidad, nuestra fuerza y nuestra vida. ¿Se puede ser mas afortunado que nosotros?
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1 comentario:

Marta dijo...

Preciosa historia gracias por compartirla un fuerte abrazo para ese principe etíope

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